viernes, 12 de febrero de 2010

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS DE MONTEAGUDO. Un poco de historia



Ahora que está en todos los periódicos de nuevo la imagen del Sagrado Corazón de Jesús del cerro de Monteagudo, es bueno refrescarnos la memoria, como ya reuní hace años alguna información, la comparto ahora. Puede parecer un poco largo, pero tiene enjundia y nos puede ayudar a valorar mejor de qué se está hablando.

Arqueología.

No conocemos la existencia de restos anteriores a la ocupación romana, pero es evidente la importancia del enclave en los primeros siglos de nuestra era; las dos franjas laterales de la vega estuvieron ocupadas por asentamientos romanos en la forma de grandes villas rurales. Baste decir que las dos columnas de la fachada de la iglesia de San Andrés se trajeron de una de estas villas situada bajo el cerro de Monteagudo.
De esta época al menos datan la construcción de la contraparada y de las principales acequias de riego de la huerta murciana.
Las murallas del castillo del cerro, están levantadas sobre los restos de un castro romano. Y también han sido encontrados restos de ocupación ibérica. Por lo que al menos desde hace dos mil quinientos años, ese cerro ha sido lugar fuerte y de refugio para los habitantes de la zona.

Los castillos.

El castillo del cerro de Monteagudo forma parte de un conjunto de tres castillos colocados en tres cerros alineados. El del cerro de Monteagudo que es el más elevado e imponente; al noroeste de él, en otro cerro más bajo y cultivado hasta su cumbre con limoneros y naranjos, están las ruinas del castellar, más palacio que fortaleza; y un poco más al noroeste hacia Cabezo de Torres, en otra colina baja están las ruinas del castillo de Larache.





Plano del castillo de Monteagudo y del Castellar, tomado del libro: “Castillos de la región de Murcia” de Serafín Alonso Navarro.
El castillo del cerro que es el que realmente nos interesa, está construido como hemos dicho sobre cimientos romanos, y ha sido remodelado por visigodos, árabes y cristianos. El castillo, en general tal como ha llegado a nosotros fue entregado por el monarca árabe a Alfonso X en señal de vasallaje, quien lo habitó en el año 1.257, firmando allí importantes documentos.

Alfonso X el Sabio.

El monarca habitó con agrado en ese castillo, en él firmó varios documentos como rey de castilla, supervisó la escuela de traductores que había constituido, y escribió allí un tratado de astronomía.
El cerro, por su altura, permite una observación de una gran parte del cielo visible, ya que no tiene montañas elevadas cercanas y la línea del horizonte es baja en casi todas las direcciones. Esta posibilidad de observación astronómica desde el cerro, está en la actualidad muy mermada, en primer lugar por la iluminación eléctrica de todo el valle, que provoca un efecto de rebote en todas las partículas que la contaminación mantiene en suspensión en el aire y también por la iluminación de la imagen del Corazón de Jesús.

Simbolismo del cerro.

El cerro de Monteagudo reúne todas las condiciones simbólicas para ser la Montaña sagrada del valle.
Esa montaña se refiere tanto al simbolismo de la montaña original como al de la montaña final, que no son dos, sino en algún sentido la misma.
Para las tradiciones orientales, la montaña original era una montaña isla que emergía de un mar de aguas verdes, una montaña de color claro que tenía en su cima una claridad fulgurante.
Es muy significativo que el castillo se eleve 153 metros sobre el nivel del mar, el número de los peces grandes de la pesca milagrosa, que son los peces – hombres rescatados del mar por la barca de la Iglesia y que son los habitantes de la ciudad eterna, los ciudadanos del cielo, de esa ciudad luminosa colocada en lo alto de una montaña que nos describe San Juan (Apc. 21, 1 y 10).

La devoción al corazón de Jesús.

El Papa Pío XI dijo:”es la devoción salvadora de los tiempos modernos”. En Murcia, el inicio de esta devoción está vinculada a dos mujeres de vida consagrada:
Una de ellas era la hermana Mariana de San Simeón que fundó los conventos de las Agustinas Descalzas de Almansa y Murcia. En el manuscrito que sobre su vida escribió el padre Carrasco, ella misma narra: “Me subí al terrado, porque no hallaba lugar de refrigerio, con grandes deseos de recogerme y así me recogió el Señor. pareciome que tenía mi lado izquierdo pegado con su lado derecho y que por su sagrada llaga entraba mi corazón y por el mismo lugar sacaba el suyo y lo entraba dentro de mí”. Esto sobrenatural cambio de corazón, ocurrió la víspera del día de San Miguel. Falleció en el convento de Murcia el 25 de febrero de 1.631; y su cuerpo se conservó incorrupto hasta el verano de 1.936 en que el convento fue saqueado y su cuerpo destrozado.
La otra mujer fue: “la Venerable Sor María Ángela Astroch, nació en Barcelona en 1.592, a los siete años perdió la vida. Y fue rescatada de la muerte por intercesión de la venerable Serafina fundadora de las Capuchinas de España. A los once años ingresó en el convento de Capuchinas de Barcelona, el primero de esta orden en España, pasando algunos años después como maestra de novicias a la fundación de Zaragoza y finalmente a Murcia como abadesa fundadora. Tras una vida perfectísima y colmada de méritos murió el 2 de Diciembre de 1.665. Su cuerpo de conserva incorrupto, porque aunque el convento fue demolido hasta sus cimientos en 1.936, providencialmente pudo salvarse. Por todas las ciudades por las que pasó, fundó una congregación llamada “monte de piedad” cuyo Patrono era “El Corazón de Cristo” y cuya intención era el alivio de las benditas almas del purgatorio”.
Fue más tarde cuando la Compañía de Jesús toma a su cargo la promoción de esta devoción, sobre todo con las misiones populares llevadas a cabo con gran éxito por el venerable Padre Pedro Calatayud el cual tras cada misión popular, formaba una congregación integrada por 36 caballeros y 36 señoras. Comenzando por Lorca en 1.733. Esas congregaciones junto con la publicación de dos libritos llamados: “El tesoro escondido” e “Incendios de amor sagrado”, extendieron la devoción al Sagrado Corazón de Jesús por toda la diócesis.
En 1.767 los Jesuitas son expulsados de España, y la devoción al Corazón de Jesús muy vinculada a ellos, pasó casi a la clandestinidad, “fueron las Franciscanas de Santa Isabel el medio de que Dios se sirvió para la conservación y aumento de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en Murcia. Este convento de las Franciscanas, fundado en 1.428, ocupaba el centro de la plaza de Santa Isabel de Murcia. La noche del 3 de Abril de 1.836, las hermanas franciscanas fueron expulsadas del convento que fue derribado y creada la plaza que ahora vemos en el centro de Murcia. Tras muchas vicisitudes se instalaron en el colegio de Franciscanos de la Purísima. de donde fueron expulsadas de nuevo en 1.931 y en 1.936. Pasando las supervivientes en 1.945 a los conventos de Santa Clara y Santa Verónica de Murcia, quedando extinguida la comunidad”.
La devoción fue mantenida posteriormente por las misiones populares que realizaban por las parroquias de la diócesis, principalmente los padres jesuitas, entre ellos destacó el Padre Eduardo Rodríguez y Don Miguel Hellín Navarro párroco de El Palmar que fundó una Unión de sacerdotes consagrados al Corazón de Jesús.


Así era Monteagudo a principios del siglo XX.


La imagen del Corazón de Jesús.

Lo que acabamos de narrar, así como la mayor parte de las referencias que se refieren a las imágenes del Corazón de Jesús del cerro de Monteagudo, las hemos obtenido del libro: “La devoción al Sagrado Corazón de Jesús en Murcia” del Capellán Mayor del Ejército del Aire D. Francisco Candel Crespo.
En el año 1.919, en las proximidades de Madrid, y en presencia de S.M. el Rey don Alfonso XIII, se inauguró el monumento al Corazón de Jesús en el cerro de Los Ángeles y se consagró en solemne ceremonia toda España a tan misericordioso corazón.
Pocos años después, y coincidiendo con la promulgación de la encíclica “Quas Primas” del Papa Pío XI, el Obispo de Cartagena, Rvdmo. Padre Vicente Alonso y Salgado escribió: “Nos es sumamente grato comunicaros que el mismo día en que por primera vez se celebre en la Iglesia Universal la fiesta litúrgica de Cristo Rey, tendrá lugar con el favor de Dios, la solemne bendición e inauguración del Monumento Diocesano al Sagrado Corazón de Jesús, erigido en el vértice del cerro en que se alzó el antiguo castillo de Monteagudo, en el mismo centro y corazón de nuestra hermosa e incomparable huerta, que cual policromada alfombra y precioso marco se extiende en derredor. La Sagrada imagen de Cristo Rey allí erigida, atraerá las miradas y las plegarias de los moradores de esta ciudad y sus contornos y derramará a su vez gracias y bendiciones sobre sus fieles devotos y sobre esta Diócesis de Cartagena, que a Él tuvimos el consuelo de consagrar en día no lejano. Desde allí velará con amorosa solicitud por nuestras almas y nuestros campos, enviando ora el rocío vivificador de la divina gracia, ora las lluvias fecundantes de la tierra. Allí en fin, establecerá alianza y vasallaje ¡Sursum corda!... Levantemos nuestros corazones hasta el Corazón de Cristo Rey y fundémoslos en los mismos sentimientos de amor y caridad”.
Con gran éxito se celebró tan solemne inauguración en la que participaron millares de murcianos y en las que tantos frutos de conversión hubo. Esto sucedió el domingo día 31 de noviembre de 1.924. Además del Obispo, el propulsor de esta idea, fue el Padre Rufino Aranzubía, superior de los jesuitas de Murcia.
La imagen fue obra del escultor murciano Anastasio Martínez Hernández. En el pedestal que sujetaba la imagen, en el lado de levante, se colocó un relieve de San Francisco Javier con el brazo señalando hacia las indias.
En el lado de poniente otro de Santa Margarita María de Alacoque, virgen. Santa religiosa francesa que vivió en la segunda mitad del siglo XVII, tuvo revelaciones místicas sobre el Corazón de Jesús y cuyo culto se esforzó por introducir en la Iglesia. Escribió cosas como esta: “De este divino Corazón manan sin cesar tres arroyos: el primero es el de la misericordia para con los pecadores, sobre los cuales vierte el espíritu de contrición y de penitencia; el segundo es el de la caridad; en provecho de todos los aquejados por cualquier necesidad y, principalmente, de los que aspiran a la perfección, para que encuentren la ayuda necesaria para superar sus dificultades; del tercer arroyo manan el amor y la luz para sus amigos ya perfectos, a los que quiere unir consigo para comunicarles su sabiduría y sus preceptos, a fin de que ellos a su vez, cada cual a su manera, se entreguen totalmente a promover su gloria”.

La guerra civil.

A Murcia como sabemos le correspondió estar en la zona republicana, y las autoridades bien sumisas al ateísmo y anticlericalismo imperante, no podían hacer otra cosa que intentar borrar la presencia de Dios de todos lados. A este asunto dedicaron bastante atención, y claro, sus ansias de libertad no podían abarcar la libertad de los creyentes, así que leyendo los periódicos de la época se suelen encontrar cosas como esta publicada en el diario murciano “Nuestra Lucha” el domingo día 1de noviembre de 1.936: “Para evitar todo lo que suponga aglomeración, que podría ser admirable objeto de la criminal aviación enemiga, deben abstenerse en lo posible en el día de hoy, de visitar los cementerios, ya que toda familia puede hacerlo en días sucesivos.
Se abstiene la alcaldía de una prohibición severa por no herir los sentimientos del vecindario murciano, bien entendido que la tolerancia de esta alcaldía se convierte en severa prohibición de cuanto sea o pueda ser interpretación de orden religioso, totalmente incompatible con el carácter laico de los cementerios municipales.
Queda por tanto prohibida la instalación de luces, entonación de cánticos, colocación de imágenes o símbolos religiosos etc. sobre las tumbas de los cementerios del término municipal”.
En este ambiente, las autoridades se enfrentaron con el problema que suponía para sus propósitos la omnipresencia de la imagen del Corazón de Jesús en lo alto del cerro de Monteagudo. El asunto se debatió en varios plenos municipales, y hay que mencionar los intentos del alcalde, el camarada Piñuela, por postergar o evitar su demolición, pero está claro quienes mandaban y cuál era la verdadera fuerza que movía la república. Se puede leer en “Nuestra Lucha”:
El día 15 de octubre de 1.936: “Con relación al derribo acordado del monumento de Monteagudo, dijo que ante las dificultades de orden técnico que hacen extraordinariamente costosas las obras de demolición, las que también pudieran significar peligro para el pueblo, se está estudiando por la correspondiente oficina técnica, la posible conversión de dicho monumento en otro de carácter republicano. El camarada Piñuela”.
El día 25 de octubre de 1.936: “Fuera del orden del día, el concejal señor Arce, habla del monumento de Monteagudo y pide que desaparezca totalmente para que no se recuerde lo que fue. El alcalde le explica lo que se trata de hacer en ese sitio, o sea, transformar el símbolo religioso en una viva representación de la república, cuyo proyecto se traerá a la próxima sesión del ayuntamiento. El señor Arce y el señor Jiménez se dan por satisfechos con las explicaciones del alcalde”.
Como lo de disfrazar la imagen no prosperó, el día 24 de noviembre de ese mismo año se podía leer: “Debiendo procederse al derribo del monumento que existe en lo alto del cabezo de Monteagudo el día 24 del actual, se previene a los vecinos de dicha diputación, que tan pronto oigan las detonaciones de los cohetes bomba que se dispararán, desalojen sus viviendas en evitación de perjuicios que no serían imputables al autoridad, y si al incumplimiento de las órdenes emanadas de esta alcaldía”.
Y al día siguiente, 25 de noviembre; “A las cuatro y media de la tarde de ayer, se realizó en presencia del alcalde de la ciudad, camarada Piñuela, y bajo la dirección del arquitecto municipal, la voladura del monumento de Monteagudo. Al efecto de que los fragmentos del monumento no causasen daños a los habitantes del pueblo, se ordenó la evacuación del mismo, y también, con objeto de preservar los edificios, se clocaron unos cables tensores para que la caída de la imagen fuera hacia atrás. Dadas estas acertadas precauciones, no ha habido que lamentar el más pequeño incidente”.
Pero Dios que tiene otros planes que siempre superan nuestro entendimiento, dispuso que a causa del nerviosismo y el susto de la mayoría de los vecinos esa tarde, una mujer de Monteagudo que estaba en cinta, diese a luz un niño que más tarde fue sacerdote.
Comentábamos antes la intención del alcalde de disfrazar la imagen para no derruirlo, y ese no fue un caso aislado, cuando le propusieron fundir todas las campanas de La Catedral para hacer cañones o metralla, las salvó de esta forma: “En caso de inminente peligro porque cualquier avión faccioso volara sobre Murcia, el vecindario será advertido del peligro que ello puede suponer haciendo sonar la campana llamada “La Nona”, para que puedan acudir en busca de los refugios y prevenirse de ese peligro”. En el citado periódico el día 30 de octubre de 1.936.



La imagen actual.

Terminada la guerra, y tras atender a otras necesidades más urgentes, y siendo Obispo el Dr. D. Ramón Sanahuja y Marcé, se inauguró el nuevo monumento, que es el actual el día 25 de octubre de 1.951, festividad de Cristo Rey.
La imagen es obra del hijo del autor de la imagen destruida en la guerra, D. Nicolás Martínez Ramón, formado con su padre y en los renombrados talleres de D. Félix Granda en Madrid. Es autor de decenas de imágenes del corazón de Jesús de gran tamaño, que podemos observar por toda la geografía española y una infinidad de otras de menor tamaño que ocupan conventos y casas particulares.
Figura 115
La imagen actual del cerro de Monteagudo.
La imagen tiene catorce metros (ya vimos ese número relacionado con la genealogía de Jesús) tiene sus pies sobre una media esfera que representa la tierra. Esa esfera tiene 4 metros de diámetro. Es necesario subir hasta los pies de la imagen para sentir el viento y una brutal sensación de inseguridad y vértigo, cuesta trabajo imaginar los andamiajes que debieron colocar y el aplomo necesario para trabajar en esas condiciones.

La conservación.

Hemos visitado el monumento en época reciente, y hemos observado que se ha realizado un tímido intento de restauración, y adaptación para la visita del conjunto formado por el castillo y el monumento. Imaginamos que por falta de presupuesto las obras se interrumpieron. Mientras tanto, el paraje encierra tras su singular disposición y belleza, un enorme peligro, escaleras llenas de escombros sin barandilla, escaleras metálicas casi verticales a las que faltan escalones y en cuya base se abre un orificio de varios metros de profundidad etc.
Hace poco ha habido que lamentar el accidente mortal de un extranjero que sólo quería visitar ese atractivo lugar. Sería pues conveniente arreglar ese lugar dotándolo de las necesarias medidas de seguridad, no sólo por potenciarlo como lugar turístico, sino como lugar de oración y como balcón privilegiado desde el que no lo olvidemos se consagró la Diócesis de Cartagena al Sagrado Corazón de Jesús, y también desde el que se puede observar el maravilloso valle que Dios ha creado para que los murcianos podamos vivir y encontrarnos con Él.

El que ahora en el 2.010, vuelvan los ateos a intentar quitar la imagen de allí, es significativo de la terquedad de Satanás en dar coces contra el aguijón.